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Independentistas e independentistas

rubenmartin73

Dernière mise à jour : 18 sept. 2022



La celebración de la primera Diada del 11 de septiembre sin pandemia desde 2019 ha puesto en evidencia el conflicto que existe en la sociedad catalana, mas allá de la dialéctica independentistas contra no independentistas, entre los propios independentistas, en cuanto al modo de conseguir la independencia.

En esta celebración de la fiesta de Catalunya se han agravado las diferencias a tres bandas entre los socios del govern, ERC y Junts per Catalunya, y los movimientos no institucionalizados, que también están fraccionados, pero que en general mostraron su rechazo por la política de diálogo con Moncloa que se está llevando a cabo.

Unos 150.000 ciudadanos, según la guardia urbana, 700.000 según la organización, acudieron a la convocatoria de la organización Asamblea Nacional Catalana, en la que se acusaba al Govern de la Generalitat de traidores por negociar con el gobierno de España, y en la que un clamor popular pidió la dimisión del ejecutivo catalán que solamente se dejó ver en los actos institucionales.

Pere Aragonès se encuentra, por lo tanto, entre la espada y la pared, ya que aunque nunca ha renunciado al objetivo de obtener la independencia mediante unas elecciones libres que se realizaran fruto del diálogo con el poder central, tiene más presión en sus espaldas, menos apoyos entre la sociedad catalana y, en consecuencia, su representatividad queda en entredicho cuando se cumplen dos años de su llegada al cargo, sin olvidar que su lista no fue la más votada en las últimas elecciones en las que se impuso el PSC con Salvador Illa, como tampoco lo fue ninguna de las listas independentistas en 2018, en que Ciudadanos llegó en cabeza, aunque ninguno de estos dos partidos tuvieran mayoría suficiente para gobernar.

El propio Illa abogó en sus declaraciones a la prensa por una Diada del respeto y le pidió al govern más políticas públicas y menos disputas internas.

En la misma línea critica estuvieron las palabras de la alcaldesa de Barcelona, Alda Colau, quien pidió afrontar los problemas más acuciantes de la ciudadanía mediante la inversión en vivienda social, o en políticas de ecología, entre otros.

Las diferencias entre los actores no es un tema novedoso, lo que ha propiciado una inestabilidad política en la última década en que los diferentes governs han sido incapaces de llevar su mandato de 4 años hasta el final; la actual XIII legislatura es la 5ª en 12 años desde que Artur Mas alcanzara la presidencia en 2010.

A pesar de las protestas durante la manifestación, que eran previsibles, esta Diada del 11 de septiembre ha tenido menos seguimiento que las anteriores a 2019, y aunque el ejecutivo de Pere Aragonès esté obligado a mover ficha, la integridad de su política pasa por no bajarse del carro del diálogo al que tanto esfuerzo costó montarse.

Las medidas de indulto de los presos del procès que llegaron el año pasado marcaron un antes y un después en la política institucional catalana, pero por los sectores más radicales del independentismo no fue considerado sino como un chantaje.

Rebajada la tensión entre el centralismo e independentismo que se viviera en 2017 con la declaración de independencia del 1 de octubre y la aplicación por entonces gobierno del Partido Popular del artículo 155 de la constitución que el propio PSOE apoyó, y teniendo en cuenta la composición de un actual gobierno de España en coalición que cuenta con miembros republicanos, el camino de la democracia para por el diálogo, para bien o para mal. La falta de paciencia es el peor enemigo para alcanzar una solución satisfactoria y las posiciones más radicales del independentismo deben darse cuenta de que el miedo y el odio a España es lo que les asemeja a los sectores más centralistas e intransigentes con sus aspiraciones.

En tales circunstancias, no tiene razón de ser volver a dinamitar los puentes de diálogo que se han construido desde el radicalismo de Torras hasta el moderantismo de Aragonès quien parece ser mejor interlocutor, por una sociedad desunida en cuanto a sus objetivos y en cuanto a las formas. No puede ser que el independentismo sea ahora quien impida el diálogo y trabe la lengua al propio independentismo al que tantas veces se ha ignorado.


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