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Mus

rubenmartin73

Dernière mise à jour : 2 mars 2024


Las recientes elecciones generales tienen como resultado una distribución de los escaños insuficiente para conformar un gobierno sin pasar, en principio, por la negociación.

Aunque la desaparición de Ciudadanos y otros factores como la radicalidad del discurso de Vox o las ganas del votante de derechas de recuperar su hegemonía y apostar por el voto útil han devuelto al PP gran parte de su electorado, sus esfuerzos por que su candidato a la presidencia sea investido parece ser que serán en vano.


El bipartidismo que reaparece en la arena política española es muy relativo, las mayorías son frágiles, la gobernabilidad no se impone a la pluralidad política, aunque se pinte de azul la mayoría del mapa de España. Las últimas elecciones claramente bipartidistas fueron en 2011 en que PP y PSOE acapararon el 73,3% de los votos cerrando un ciclo iniciado en 1993 en que consiguieron el 73,55% y tocó techo en 2008 llegando al 83,81%.

Actualmente, los dos partidos mayoritarios acaparan el 64,67%; 33,05% PP y 31,7% PSOE. Al partido que llega en cabeza al final del escrutinio le faltan 40 escaños para gobernar y sigue teniendo un número de votos, 8.091.840, inferior a la abstención 10.402.450, un dato que puede considerarse anecdótico pero que tratándose de un sistema de representatividad a través de las mayorías no los es tanto. No obstante, en las últimas elecciones han votado más de 2 millones y medio más de los llamados a las urnas respecto a las de noviembre de 2019 en que la abstención fue muy alta al tener que repetirse la votación, no habiéndose alcanzado investidura tras las de abril, lo que provocó el desánimo en el electorado.

En todo caso, tomando la analogía del mus, la jugada de grande se la lleva la derecha, pero sin rey ni tres. También se lleva la jugada de chica, ya que Vox (12, 39%) se impone a SUMAR (12,31%) pero por muy poco, en una jugada que gana, pero deja mal sabor de boca en las filas de la extrema derecha que ven cómo su representación se reduce de forma sustancial al perder 19 escaños respecto a 2019.



La izquierda gana en pares, un par de PSOE y SUMAR y el otro de Catalunya y País Vasco, lo que muestra que las dificultades afrontadas en la legislatura precedente no la han mermado profundamente, a pesar de todo. Además, es una izquierda que sumando puede tener juego, si bien es muy plural y con muchos matices y también fricciones entre formaciones o intra coaliciones, pero es una izquierda que puede aportar un discurso político rico siempre y cuando se respeten todas las voces, los tiempos y los pactos. Acercar posiciones es su responsabilidad, y en este caso llegan con más experiencia en este escenario de “no bipartidismo”. que en 2019, con unas cuantas batallas ganadas y también bastantes desencuentros.

La derecha no va a ganar esta partida sin buenos pares ni juego. Sus pares, ideológicamente hablando, aunque tendrían medias con UPN, no superan los duples de la izquierda.

Tampoco tiene juego, ya que en ningún caso llevará 31 sin Coalición Canaria ni PNV.

La izquierda tiene una opción mucho más clara y Pedro Sanchez está sostenido y bien rodeado. En este contexto no parece probable que vaya a abstenerse y ceder la mano a Feijoo aunque haya ganado unas elecciones que no son presidenciales, y mucho menos a echar por tierra el trabajo de los últimos años.

Veremos el papel que juega el independentismo catalán en esta partida, ya que lleva mejores cartas de las que parece por sus resultados. Si no funciona la negociación habrá que darse mus.






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